Dicen todos los expertos que es imposible convertirse en empresario cuando no se tiene iniciativa. Es más, los emprendedores de raza tienen tan desarrollada la necesidad de crear algo propio que saben que van a ser empresarios antes, incluso, de saber qué negocio van a montar. Pero otros muchos emprendedores buscan en su negocio simplemente una forma de realizar el trabajo que les gusta. Este perfil de emprendedores pierde la ilusión y el empuje necesario para conseguir el éxito cuando empiezan los problemas. Son personas que han montado un negocio porque querían ser independientes, pero no habían valorado todos los sacrificios que conlleva esa decisión y se dan cuenta demasiado tarde de que no están dispuestos a asumir ese precio.
Cómo desarrollarla
Lo primero que debes hacer es identificar cuál es la barrera que está frenando tu iniciativa, para así poder diseñar la estrategia más adecuada a tu problema. Puede ocurrir que la iniciativa se frene por hábitos que limitan tu orientación a la acción, como la tendencia a analizarlo todo en exceso, la pérdida de la visión de tu negocio, una falta de prioridades claras o la tendencia a ser demasiado perfeccionista con los resultados. O que se deba a causas ajenas a tu propia voluntad, como la falta de capital o de los apoyos necesarios para llevar adelante el negocio. Intenta desarrollar tu iniciativa potenciando hábitos que te faciliten la toma de decisiones, incluso en los momentos más complicados. Por ejemplo, acostúmbrate a analizar sobre el papel el coste-beneficio de tus decisiones y lánzate a la piscina cuando el riesgo no sea elevado. También debes acostumbrarte a planificar las cosas estableciendo prioridades y evitando las tareas que te desvían de tus objetivos. Organiza una agenda a corto, medio y largo plazo y ve anotando los pequeños logros alcanzados para recuperar tu confianza en tu proyecto. Si has perdido la iniciativa porque ya no tienes clara tu idea de negocio, intenta recuperar tu visión, identifica qué cosas te ilusionan todavía de ella y analiza si tienes los medios para conseguirlo. Si no puedes identificar la forma de ponerlo en marcha, es que persigues un sueño inalcanzable.