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5. Auto confianza
“Si crees que puedes como si crees que no puedes, en ambos, casos tienes razón”. Esta conocida frase de Henry Ford refleja muy bien la importancia que tiene en el éxito o fracaso de un negocio la autoconfianza de sus promotores. Si crees que puedes, es muy posible que lo consigas, pero si crees que no puedes, vas a fracasar. Y eso no significa que el emprendedor no tenga alguna duda sobre su negocio.
Hacia donde voy
La autoconfianza se pone a prueba sobre todo en momentos de crisis. Debes tener claro qué quieres conseguir y cómo lo vas a hacer. Y ser consciente de que el camino se hace al andar porque muchas cosas no saldrán como habías previsto. Si tienes confianza, los miedos por el qué pasará mañana se superan. Si no, te hundes.
Cómo desarrollarla
La autoconfianza se aprende empezando por mejorar el conocimiento de uno mismo. Debes detenerte a analizar en qué se han basado tus éxitos y tus fracasos, para detectar dónde están tus límites. Muchas personas no confían en sí mismos porque no saben quiénes son, caen en el derrotismo y dependen mucho de la opinión de quienes les rodean.
La autoconfianza se refuerza con los éxitos logrados. Atrévete a asumir retos y anota en un papel tus éxitos, junto con una explicación de las causas que los hicieron posibles. Esta información te ayudará a tomar decisiones acertadas cuando vuelvas a enfrentarte a situaciones similares. Haz lo mismo con los errores, para evitar repetirlos.
4. Intuición y visión de futuro
La intuición y la capacidad para anticiparse al futuro son dos valores imprescindibles en los mercados actuales. Todos los emprendedores tienen que enfrentarse en algún momento del inicio o del desarrollo del negocio a la prueba de fuego de resolver problemas con una mínima información. O se ven obligados a tomar decisiones clave para el futuro del negocio en momentos de máxima incertidumbre.
No te ancles al pasado
Estas dos habilidades, que muchas veces se consideran innatas, tienen mucho que ver con la forma de enfrentarnos a los problemas. Es muy común que cuando nos surgen problemas, nos preguntemos ¿por qué no habré hecho esto? Este tipo de preguntas nos anclan al pasado. Por contra, las preguntas del tipo ¿para qué? nos ayudan a situarnos en el futuro: ¿para qué voy a hacer esto? ¿qué quiero conseguir?.
Cómo desarrollarla
Para mejorar el pensamiento intuitivo, debes acostumbrarte a analizar el mercado y tu empresa desde una visión de conjunto. Si te quedas en los pequeños detalles, estás limitando tu capacidad para anticiparte al futuro. Pero recuerda que dejarse llevar por la intuición no significa que tengas que renunciar a recopilar toda la información posible antes de resolver un problema. O que tomes decisiones importantes sin analizar las consecuencias. La clave está en aprender a simplificar la información, en ser capaz de detectar las ideas más importantes para explicar situaciones complejas e intentar identificar relaciones que no resulten obvias en un principio.
3. Afán de superación y aprendizaje.
La curiosidad es un rasgo de la personalidad de muchos emprendedores. Si eres de los que siempre están buscando nuevos retos, si disfrutas aprendiendo e intentas superar continuamente tus metas, tienes ahí una de tus mejores fortalezas. La curiosidad del empresario sirve para encontrar nuevas líneas de negocio, nuevos mercados e, incluso, para poner en marcha nuevas empresas completamente diferentes entre sí. Pero también sucede que algunos emprendedores de éxito llegan a autolimitarse por un exceso de confianza que les hace cerrarse a las ideas de los demás. A éstos les recordamos un proverbio chino que reza así: ‘cuando el alumno está listo, el maestro aparece.
Cómo desarrollarla
El aprendizaje está muy relacionado con el conocimiento de uno mismo y la capacidad para aceptar las críticas. En este sentido, el primer paso para mejorar es aceptar que no lo sabes todo. Aprende a identificar las creencias que limitan tu visión de las cosas y asume tus errores. Si no lo haces, no hay aprendizaje posible.
La rutina es otra de las principales trampas para mejorar la capacidad de aprendizaje. Para no encorsetar tu mente, acostúmbrate a buscar nuevas formas de hacer las cosas y recuerda que todo se puede mejorar. Alimenta tu curiosidad intelectual recopilando todo tipo de información, incluso la que no está directamente relacionada con tu negocio.
Detectar los propios límites es una de las claves de la autoconfianza. En el aprendizaje personal también es clave el punto de vista de los demás. Intenta impulsar el espíritu crítico de las personas de tu confianza y analiza en qué áreas debes mejorar.
Potencia otras habilidades directamente relacionadas con la capacidad de aprendizaje, como la creatividad, la capacidad para asumir los errores y la comunicación con los demás.
2. Necesidad de independencia e iniciativa
Dicen todos los expertos que es imposible convertirse en empresario cuando no se tiene iniciativa. Es más, los emprendedores de raza tienen tan desarrollada la necesidad de crear algo propio que saben que van a ser empresarios antes, incluso, de saber qué negocio van a montar. Pero otros muchos emprendedores buscan en su negocio simplemente una forma de realizar el trabajo que les gusta. Este perfil de emprendedores pierde la ilusión y el empuje necesario para conseguir el éxito cuando empiezan los problemas. Son personas que han montado un negocio porque querían ser independientes, pero no habían valorado todos los sacrificios que conlleva esa decisión y se dan cuenta demasiado tarde de que no están dispuestos a asumir ese precio.
Cómo desarrollarla
Lo primero que debes hacer es identificar cuál es la barrera que está frenando tu iniciativa, para así poder diseñar la estrategia más adecuada a tu problema. Puede ocurrir que la iniciativa se frene por hábitos que limitan tu orientación a la acción, como la tendencia a analizarlo todo en exceso, la pérdida de la visión de tu negocio, una falta de prioridades claras o la tendencia a ser demasiado perfeccionista con los resultados. O que se deba a causas ajenas a tu propia voluntad, como la falta de capital o de los apoyos necesarios para llevar adelante el negocio. Intenta desarrollar tu iniciativa potenciando hábitos que te faciliten la toma de decisiones, incluso en los momentos más complicados. Por ejemplo, acostúmbrate a analizar sobre el papel el coste-beneficio de tus decisiones y lánzate a la piscina cuando el riesgo no sea elevado. También debes acostumbrarte a planificar las cosas estableciendo prioridades y evitando las tareas que te desvían de tus objetivos. Organiza una agenda a corto, medio y largo plazo y ve anotando los pequeños logros alcanzados para recuperar tu confianza en tu proyecto. Si has perdido la iniciativa porque ya no tienes clara tu idea de negocio, intenta recuperar tu visión, identifica qué cosas te ilusionan todavía de ella y analiza si tienes los medios para conseguirlo. Si no puedes identificar la forma de ponerlo en marcha, es que persigues un sueño inalcanzable.
1. Orientación al Logro
En los emprendedores de éxito, la necesidad de conseguir las propias metas se traduce en una gran capacidad de trabajo y en la tenacidad y perseverancia necesarias para mantener el rumbo marcado. Pero no hay que confundir esta habilidad con el entusiasmo inicial del emprendedor que monta un negocio. Éstos fracasan muchas veces porque planifican poco. O tienen problemas para mantener el negocio porque son personas que siempre están empezando cosas, pero no saben mantenerlas en el tiempo, si no ponen a otro al frente del negocio.
Cómo desarrollarla
Tu tenacidad y perseverancia estarán a prueba desde los primeros momentos como empresario. Para no bloquearse, hay que pensar en ganar pequeñas batallas, no intentar ganar la guerra. Los pequeños logros ayudan a conseguir grandes objetivos. Piensa, por ejemplo, cómo te comerías un elefante. Mucha gente dirá inmediatamente que es imposible comerse un elefante. Una persona orientada al logro dirá que poco a poco. Desde luego, si te planificas bien y lo divides por partes, seguro que te lo puedes comer.
Algunas de las cualidades básicas de los emprendedores a tener en cuenta son
a nivel psicológico: confianza en sí mismo, análisis los propios temores valor suficiente para asumir riesgos, serenidad para afrontar momentos difíciles ambición e ilusión por el proyecto. Cualidades interactivas del emprendedor tienen que ser: capacidad de organización, capacidad de coordinación, capacidad de dirección de equipos, capacidad de motivar, capacidad de tomar decisiones, capacidad de análisis de la realidad, del entorno y de sus necesidades, capacidad de innovación y renovación constantes, saber elegir a sus colaboradores. Los rasgos personales pueden definir el futuro que pueda tener una emprendedor, pero también es necesario no perder de vista el conocimiento del mercado y las herramientas necesarias para dar forma las ideas nuevas. Uno de los temas a tener en cuenta es el cambio de paradigma que tiene que afrontar quién va a iniciar un emprendimiento porque lo habitual es pensar en desarrollar un negocio con el esquema que siempre se utilizó para abrir negocios. Hoy las condiciones del mercado han cambiado, hasta tal punto que para iniciar un negocio primero hay que situarse en las necesidades del cliente y después en las del emprendedor.
Por eso el ejercicio de situarse en la piel de la persona que emprende es fundamental para un técnico que asesore una empresa. Y de ahí que en ocasiones utilice ese recurso para poder situarles en la dinámica adecuada del desarrollo de un buen asesoramiento. Como asesor de emprendedores debo preguntarme siempre si el proyecto que analizo resultará un producto o servicio por el que alguien esté dispuesto a pagar. En el esquema tradicional heredado de la economía de producción, la idea era otra y consistía en producir, hacer la oferta y esperar a que viniera la gente comprar. Ahora, cómo nos manejamos en la economía de mercado, hay que ver primero qué quiere la gente y después producir.